Economía
Etimológicamente hablando, la palabra “economía” viene del griego “oikos” que
refiere a la casa, sus bienes y administración y “nomos” que significa ley,
norma. Vendría a ser entonces algo así como el conjunto de leyes que rigen el funcionamiento de nuestro propio hogar. Escogí esta palabra para hilar lo que musicalmente ocurre
en el campo de Chile, en la música popular de Occidente de los 50’s y en mi casa
hoy.
En los últimos tiempos he investigado y tocado una pequeña fracción del
gran repertorio instrumental de la guitarra traspuesta chilena y he dado con
ciertas lógicas y mecanismos comunes a sus variantes. Trasponer una guitarra no
es más que reafinar el instrumento, usualmente para simplificar la
interpretación. Quienes han masterizado este arte han sido las y los músicos del
pueblo llano, tan sabiamente desafectados de academicismos y complicaciones.
(Nótese también la etimología de folklore: en inglés, Folk = persona común,
pueblo. Lore = conocimiento. Ergo, folklore = saber popular.)
En sus piezas
instrumentales, Violeta Parra ejecuta una muy económica e histórica operación, a saber, tomar
de la guitarra traspuesta una digitación (la disposición que tienen los dedos de
la mano izquierda sobre el diapasón) y llevarla tal cual a una guitarra afinada
“normal”. Luego mover esa forma sobre el mástil, buscando acordes, sentidos,
relato. El concepto es simple, la jugada, arriesgada. Las disonancias que bien
haría uno en esperar, efectivamente aparecen, alejando en un primer instinto a
cualquier oído “serio”. Pero los resultados musicales y estéticos, luego del
filtro y arrojo de la autora, son de una eficacia y originalidad tremendas.
La Anticueca #3 es una pieza
galopante, de una enigmática aridez (a)tonal. Sus pasajes cromáticos son
totalmente irreverentes. Las ideas tan simples que plasmó la folklorista
resultaron a la postre trasgresoras y previsoras. Solo para entender el contexto
mundial, recordemos que en 1957, año aproximado de creación de esta pieza, el
jazz aún bebía profusamente de los standards, con las revoluciones sesenteras de
Miles Davis y John Coltrane aún en ciernes. Por su parte, el rock aún no se
escindía totalmente del rock&roll y recién se formaba una banda llamada The
Beatles. Las Anticuecas, Mimbre y el Gavilán de la Violeta están evidentemente
adelantadas a su época y sospechosamente se acercaron más a las obras de
Stravinski y Schoenberg que a la música popular de su entonces.
Como conté en un
escrito anterior, he iniciado la grabación de mi nuevo disco en casa,
aprovechando los tiempos confinados. Luego de comenzar con “El Pingüino” también
de Parra , sigo con esta Anticueca. Con una suerte de precariedad autoimpuesta,
me he desafiado a sacar de la ecuación el consumo y la sobretecnificación y
demostrar que la carta importa más que el sobre.
Está resultando ser un
ejercicio revelador y rebelador. Sin duda la grabación más difícil que he hecho.
Tener más tiempo que en una típica situación de estudio profesional, en la que
cada minuto apremia, permite indagar e investigar en un sinfín de detalles. Como
en una conversación íntima con un gran amigo, en que sólo la salida del sol
detiene la excavación hacia nuestras verdades, una pieza musical es susceptible
de ser conocida, entendida, profundizada, dialogada e incorporada ad infinitum.
Entonces, ¿cuándo dejar de cavar?, ¿acaso mejorará mañana lo que toqué hoy?, ¿es
esta versión el fiel reflejo de lo que quiero comunicar? ¿La riqueza habita en
la exuberancia o en la conformidad? Y así, una batería clásica de preguntas que
nos hacemos los “obristas” (quienes hacemos obras).
Da Vinci dijo que las obras de
arte no se terminan, se abandonan, pues bien, aquí les presento mi abandonada
Anticueca #3, después de 20 versiones anteriores que no me gustaron. Después de
varias madrugadas silentes de ensayo-error, después de un
magnífico coro interior de inseguridades y acalorados debates in-pectum. Pero,
sobre todo, después de un comentario clave que me hizo mi esposa Sol: “En el
tiempo que llevas haciendo tu famoso disco, yo ya hubiese hecho tres”, ella sí
que sabe de economía...
Comentarios
Publicar un comentario